Una caricia, el contacto visual -muy importante-, la expresión corporal de tu cuerpo, tu tono de voz, un mordedor, una pelota, un juguete cualquier, el agua, la comida, correr juntos, todas son -ni más ni menos- herramientas a tu disposición para reforzar el vínculo con tu perro. En ocasiones, por la naturaleza genética del perro, su predisposición a crear esa empatía con su amo es innata, intuitiva. Otras, hay que trabajarla y siempre desde una actitud positiva.

Los momentos de juego refuerzan el vínculo.

Para conseguir un perro equilibrado hay que empezar el proceso de socialización desde cachorro, así el vínculo será mayor y más fuerte. Vínculo no es igual a sobreprotección. Vínculo es igual a interacción entre perro y dueño o núcleo familiar y terceros, con ciertas normas; y , sobre todo, es libertad de expresión, de relación con los de su especie. Porque el perro tiene que ser perro y no hay que humanizarlo.

Un perro con una buena relación con su dueño y su entorno familiar y social, es un animal seguro y alegre, no asustadizo, que querrá relacionarse también con otros perros, jugar e investigar lo que pasa a su alrededor. La socialización no es unidireccional, sino bidireccional.

 

Pautas y consejos

Gran parte del número de casos que se dan en la educación canina parten de la ausencia de socialización y de la falta de vínculo entre perro y amo. Estos son cuatro sencillos consejos que podéis tener en cuenta en vuestra relación con tu perro. No sólo los únicos y pueden incluirse o enumerarse muchos más.

Primer consejo

Conviértete en testigo observador de tu perro. Es decir, observa y descubre qué le gusta, qué le estimula, cuándo te mira, qué le asusta también para trabajarlo y afrontar ese miedo. Ej.: saber si le gusta la pelota o no, qué tipo de premio, etc.

Segundo consejo

Intenta ser un punto de refencia para él, desde cachorro. Establecer un jerarquía es bueno pero desde el condicionamiento positivo, enfatizando en lo bueno que hace con premios, caricias, juego y contacto visual, y las acciones malas ignorarlas o sin darles una importancia exagerada, pues está aprendiendo y hay que reconducirlas. Ej

Tercer consejo

Mi perro aprende y yo también. Nos creemos que el problema lo tiene sólo el perro. Primer error. El dueño debe asumir que él también tiene un problema, abrir su campo visual, y será el educador canino -en el caso de que se recurra a él- quien le transmita las pautas correctas para reforzar esa unión y disfrutar de nuevos espacios y descubrir a tu verdadera mascota y las grandes cualidades que ésta tiene.

Cuarto consejo:

No subestimar a tu perro. La capacidad de aprendizaje de un perro siempre es una auténtica sorpresa.

En ocasiones nos creemos que porque el perro reciba clases de adiestramiento por arte de magia se convertirá en “otro perro”, en un perro que obedece, que mira, que escucha. Y no es así.

 

Entre mi perro y yo, oxitocina a tope

Como información adicional al artículo, según un informe presentado por investigadores de la Universidad Azabu de Japón afirman que la oxitocina, conocida también como la hormona del amor que refuerza los lazos entre padres e hijos, refuerza igualmente el vínculo entre el perro y su dueño, especialmente, cuando interactúan a través del contacto visual.

Según estas investigaciones, al parecer el hecho de haber domesticado al perro ha desarrollado entre perro y hombre a lo largo de miles de años un mecanismo de vinculación instintivo que genera relaciones especiales entre ambas figuras. En dicho estudio, se hicieron experimentos para medir el nivel de oxitocina y comprobaron que el perro y el dueño que tenían contacto visual en una misma habitación presentaban niveles de oxitacina similares.

Este mismo experimento lo llevaron a cabo con lobos, con parientes cercanos al perro, y encontraron que los resultados no eran los mismos a pesar de que los lobos habían estado en contacto con las personas. Y en otra ocasión los investigadores probaron en rociar los hocicos de los perros con oxitocina en un habitación con sus dueños y otras personas que no conocían. Con las perras, y no con los machos, el contacto visual aumentó entre perros y amos, lo que provocó un incremento de la oxitocina entre los dueños.

De hecho miembros de este equipo de investigación aseguran que ciertas razas son más propensas a reforzar aún más dicho vínculo. Para dicho estudio se contó con diversas razas y edades que reforzaron dicha teoría, entre ellas: schnauzer miniatura, golden retriever, border collie, labrador retriever, Shiba Inu, caniche y beagle.

Curioso, ¿verdad?


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